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Channel: Cuentos infantiles cortos
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Un viaje en tren

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La aventura de Tina y Leo en su primer viaje en tren
Dibujo: Ana del Arenal

Tina y Leo van a ir esta tarde con papá y mamá a visitar a la abuela. Como el coche está en el taller, han decidido ir en tren. ¡En tren! Esta vez el perro Atila tendrá que quedarse en casa, pero los mellizos están muy emocionados con el viaje.
Así que después de comer han salido todos rumbo a la estación. Una vez allí, mamá ha comprado los billetes y los ha repartido para que cada uno tuviera el suyo. “Ahora tenéis que meterlo en esas máquinas para que se abran las puertas y podáis pasar al andén”.
Primero ha pasado papá, después Tina y Leo y por último mamá. ¡Ya estaban dentro! ¡Cuántos trenes! Como han ido con tiempo, han podido pasear un rato para verlos. Cuando se ha acercado la hora, han buscado su tren y han subido. Tina y Leo querían sentarse en la ventana para poder ver bien el paisaje, así que papá y mamá se han sentado junto a ellos, en el pasillo.

Y de repente… ¡piiiiiiii!!

          - ¿Qué pasa?, ha preguntado Tina
          - Ese sonido significa que estamos a punto de marcharnos, ha explicado mamá.
          - ¡Bien!, han gritado juntos Tina y Leo.

El tren ha arrancado. Al principio, despacio. Desde la ventana Tina y Leo han visto cómo iban dejando la estación atrás. Y primero poco a poco, luego cada vez más rápido, hasta que los árboles desfilaban a toda velocidad. De pronto, todo se ha puesto oscuro y había mucho ruido. Leo se ha asustado.

          - Papá, ¿qué pasa? ¡Tengo miedo!
          - No te preocupes, Leo, le ha calmado papá. ¡Es sólo un túnel! Enseguida saldremos y veréis de nuevo el paisaje.
Y así ha sido. Tina y Leo han vuelto a ver árboles, casas y vacas por la ventana durante un buen rato. Hasta que… ¡ha llegado otro túnel! Otra vez estaba todo oscuro y se oía mucho ruido. Pero esta vez Leo ya sabía que era un túnel y no se ha asustado.
Así, entre túnel y túnel, han llegado al final del viaje. Y ahí, en la estación, ¿a quién han visto por la ventana? ¡A su abuelita, que había ido a buscarles!

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La mariquita sin manchas

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Cuento infantil de una mariquita sin manchas
Dibujo: Ana del Arenal



La mariquita sin manchas era muy conocida en el jardín, aunque a veces se equivocaban y decían que era un escarabajorojo. Ella tenía que repetir una y otra vez “¡No soy un escarabajo! ¡Soy una mariquita sin manchas! ¡pero mariquita como el resto de las mariquitas!”.  Y mientras lo decía, pensaba “¡cómo me gustaría tener manchas para que no dijeran que parezco un escarabajo rojo!”

Y la verdad es que esta mariquita había realizado numerosos intentos para ponerse unas manchas. Pero ninguno había funcionado: si se las pintaba, cuando llovía se borraban; si se las pegaba, cuando se bañaba en el río se despegaban; si se ponía una camiseta con manchas, pasaba demasiado calor…

Un día ocurrió algo asombroso. Cuando por la mañana se despertó, se miró en el espejo y observó unas pequeñas manchas que le estaban creciendo en su caparazón. Eran unos pequeños puntos negros. “¡Genial! Tengo manchas como el resto de las mariquitas”, pensó contenta.

Sin embargo, cuando fue a jugar sintió algo extraño, hasta ahora todos los bichos del jardín le reconocían sin problema pues ¡era la única mariquita sin manchas! Pero ahora nadie la encontraba y la confundían con el resto de mariquitas. Hasta el ciempiés se acercó a ella para preguntarle si había visto a la mariquita sin manchas. Y ella le respondió “¡si soy yo!” Pero el ciempiés no le creyó al verle los pequeños puntos negros que tenía su caparazón.

Así que la mariquita decidió que quería ser como antes para que sus amigos le reconocieran. Se pasó una semana entera intentando limpiarse con jabón las manchas que le estaban saliendo. Y tanto tanto lo intentó que al final lo consiguió, y volvió a ser la mariquita sin manchas a la que confundían con un escarabajo rojo. Pero ahora ella respondía “no soy un escarabajo, soy una mariquita original y única, ¡soy la mariquita sin manchas!”

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¡Ya es primavera!

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Cuento breve de los niños Tina y Leo que descubren la primavera
Dibujo: Ana del Arenal
Después de desayunar, Tina y Leo han salido al jardín con papá. “¡Mirad chicos, la primavera ha llegado!”. Los mellizos han mirado con cara de sorpresa a su papá.
“Fijaos en ese árbol. En otoño, se le cayeron las hojas. ¿Os acordáis de que el jardín estaba entonces lleno de hojas secas? Durante todo el invierno, solo veíamos sus ramas. Y ahora, si os fijáis bien, veréis que le empiezan a crecer hojas nuevas. Es así porque ya ha llegado la primavera”, ha explicado papá.
Tina y Leo se han acercado para verlo bien. “¡Es verdad!”, ha dicho Leo, “Puedo ver hojas pequeñas y verdes en las ramas”.
“Y no es solo eso”, ha continuado papá. “Fijaos bien en la hierba: ¡se está llenando de margaritas! También en primavera nacen nuevas flores”.
Después de la primavera vendrá el verano, luego el otoño seguido del invierno, y de nuevo la primavera. Son las estaciones del año. Papá ha explicado a los mellizos que pasan una tras otra y que son muy importantes para la naturaleza. “Los árboles, las flores, los animales… se van guiando por las estaciones. También los niños”.
“¿Los niños?”, ha preguntado Leo.
“Claro”, ha contestado papá. “Ha llegado la primavera y con ella… ¡vosotros podéis guardar la bufanda y los guantes hasta el próximo año!”.  

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Tina, Leo y los huevos de Pascua

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Tina y Leo se divierten pintando huevos de Pascua
Dibujo: Ana del Arenal

¡Por fin ha llegado Pascua! A Tina y Leo les gusta mucho esta fiesta. Empiezan pintando los huevos para decorar la casa y después buscan los huevos de chocolate que papá y mamá esconden en el jardín… ¡y que están buenísimos!


Así que se han puesto las batas del cole y han cogido un pincel cada uno. Tina ha empezado a pintar un huevo rojo con puntos verdes, Leo uno amarillo con rayas naranjas… Papá y mamá les han ayudado. Después de un rato de pintura, tenían un montón de huevos!

Una vez que la pintura se ha secado, los han colocado por toda la casa. ¡Qué bonito ha quedado toda llena de colores!

Entonces ha llegado el momento de comenzar con la parte más dulce de la fiesta.

          - ¿Queréis huevos de chocolate?, ha preguntado papá
          - ¡Síííí! ¡Síííí!, han gritado los mellizos.
          - Tenéis cuatro huevos cada uno, todos escondidos en el jardín. ¡Que empiece la búsqueda!

Tina y Leo han comenzado a revisar locos de emoción cada rincón de jardín. Y han ido encontrando un huevo… dos huevos… Al cabo de un rato tenían tres huevos cada uno, pero ni rastro de los que faltaban. “Creo que necesitáis que Atila os eche una mano”, ha sugerido papá.

“¿Pero dónde está Atila?”, ha preguntado Leo.

“¡Se está comiendo los huevos!”, ha gritado Tina.

Ahí estaba Atila, al fondo del jardín, relamiéndose y con los bigotes llenos de chocolate. Los mellizos han corrido hacia él y Atila ha empezado a jugar con ellos. ¡Han acabado todos llenos de chocolate!


Descarga para leer cuando quieras este cuento de Pascua de Tina y Leo

EL OSO PANDA MÚSICO

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(También disponible como audiocuento)




Cuento sobre un oso panda que quería ser músico
Dibujo: Ana del Arenal

Bombom era un oso panda que vivía en los montes de China, y que disfrutaba un montón comiendo bambú y tocando un pequeño tambor que un tío lejano suyo le había regalado.


Un día, su tambor, de tanto tocar, se rompió. Se hizo un enorme agujero y dejó de sonar. Por eso Bombón estaba triste. En cambio, el resto de los animales del monte estaban contentos, ¡por fin podrían oír los sonidos que habitualmente hay en la naturaleza! Como el piar de los pájaros o el aullido del lobo, en lugar del horrible tambor de Bombom.

Bombon sin embargo ya no era el mismo, casi no corría ni jugaba con ellos. Se pasaba el día intentando hacer sonar de nuevo su roto tambor.

No podía seguir así. Estaba claro que había que pensar una idea para que se sintiera de nuevo contento. Y a sus amigos se les ocurrió inventar un nuevo instrumento para Bombon. Pero uno especial que tuviera un sonido dulce.

Y con un bambú construyeron una bonita flauta.

¿Y qué pasó? Que cuando Bombom la vio, se puso muy contento ¡por fin podía de nuevo hacer sonar un instrumento! Pero cuando se lo acercó a su boca, sintió su rico olor a bambú, y se la comió. ¡Y de nuevo se quedó sin instrumento!



Lee cuando quieras este cuento infantil sobre un oso panda


Ya ha llegado el otoño

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(También disponible comoaudiocuento)

Cuento para niños sobre la llegada del otoño en casa de Tina y Leo
Atila, el perro de Tina y Leo, está jugando en el jardín con las hojas secas que se han caído del árbol que hay en un rincón.

- ¿Por qué se le caen las hojas al árbol?, ha preguntado Tina.

“Porque ya estamos en otoño”, ha contestado mamá. Entonces, papá ha tenido una gran idea. “¡Deberíamos organizar una excursión al bosque esta tarde! Esa será la mejor manera de que veáis que ha llegado el otoño”.

Después de comer, todos se han puesto sus deportivas para dar un paseo por el bosque. ¡Cuántas cosas han encontrado por el camino! Papá y mamá llevaban cada uno una cesta. En una de ellas, han ido recogiendo hojas de todos los tamaños y colores: hojas marrones, amarillas y rojas, hojas enormes y hojas pequeñitas. Atila se lo ha pasado en grande corriendo sobre las hojas secas. ¡Qué ruido hacía! En la otra cesta han guardado ramas secas, bellotas y castañas.

De vuelta a casa, mamá les ha explicado que en esta época del año muchos árboles pierden sus hojas, se llaman árboles de hoja caduca. “Empiezan cambiando de color y poco a poco van cayendo. Como si fuese un jersey que ha quedado viejo y pequeño, y ya no sirve. Los árboles se quitan ese jersey de hojas durante el otoño y durante el invierno se preparan para el jersey nuevo que crecerá en primavera y durará todo el verano”.

Entre todos, han colocado las hojas, las ramas, las castañas y las bellotas en la mesa de la entrada. Un bonito adorno para recordar que ya ha llegado el otoño.

Ilustración: Ana del Arenal

El tiburón que aprendió a nadar

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Cuento de un tiburón que quería aprender a nadar


Era un tiburón pequeño, de apenas unos meses, que veía con envidia cómo los tiburones grandes nadaban y se movían por el mar con mucha soltura. Él también quería ser como ellos, para hacer carreras con las tortugas de mar y poder bucear durante kilómetros y kilómetros.

Así que una noche decidió decirle a su abuelo tiburón que le enseñara a nadar.  Este le explicó, con mucha paciencia, que para poder nadar era necesario que su aleta y su cola crecieran un poco más. Pero el tiburón pequeño no quería esperar y tenía prisa por aprender a nadar, así que le insistió a su abuelo tiburón para que inventara una solución.

El abuelo le puso unas aletas y una cola hechas de algas y le enseñó los movimientos que tenía que hacer para poder nadar. El tiburón con el paso de los días consiguió nadar. Creía que gracias a sus aletas y cola de algas, pero en realidad era que había crecido ¡ya medía 6 metros! y que, como todos los tiburones, podía nadar veloz por el mar con sus aletas y cola de verdad. 

Ilustración: Ana del  Arenal

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Tina y Leo van a la playa

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Los niños Tina y Leo se divierten en la playa

- ¡Yupi!, han gritado Tina y Leo cuando papá ha aparcado junto a la playa.

No habían vuelto al mar desde el verano pasado y estaban muy emocionados por volver a la playa.

Han extendido las toallas, han colocado la sombrilla y mientras mamá inflaba los flotadores han empezado a construir un bonito castillo de arena. Tina trabajaba muy concentrada en la segunda torre del castillo cuando Leo ha llegado corriendo y ha saltado sobre la torre que ya estaba construida.

- Leo, ¡noooo!, se ha enfadado Tina, y han empezado a pelearse. Pronto estaban los dos llenos de arena.

“¡Basta ya!”, ha dicho papá. No le gusta nada que Tina y Leo se peleen. “Leo, no puedes destrozar lo que hace Tina. Y Tina, no se puede lanzar arena de esa manera. Daos un abrazo y haced las paces”.

Tina y Leo han hecho caso a papá. Enseguida mamá ha llegado con los flotadores y han ido todos juntos a bañarse.

¡Qué divertido! Tina y Leo chapoteaban con los pies todo el tiempo. Han jugado los cuatro a tirarse la pelota… ¡hasta han visto un pez!

Después del baño, mamá les ha dado melón. ¡Qué hambre da la playa! Se han sentado en la toalla para comerlo.

- Leo, ¿quieres que hagamos otro castillo de arena? Ya no estoy enfadada contigo.
- Vale, te ayudaré, ha contestado Leo.
- ¡Lo construiremos todos juntos!, ha dicho mamá.

Y se han puesto manos a la obra. ¡Será el mejor castillo de toda la playa!
Ilustración: Ana del Arenal


¡Desayuno en familia!

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Cómo hacer que un desayuno con niños sea divertido
Hoy es domingo pero a Tina y Leo les gusta levantarse temprano. ¡Así tienen más tiempo para jugar!

Papá y mamá han tenido una idea: van a preparar el desayuno todos juntos. Mamá ha subido a Tina y Leo a una silla y le van a ayudar a preparar las tostadas mientras papá se encarga de la leche y el zumo.

Empieza el trabajo. Tina saca el pan del paquete y se lo da a Leo, que lo mete en la tostadora. Mamá aprieta el botón y un… dos… tres… ¡bang! Salta la primera tostada. ¡Ya tenemos una! Repiten una y otra vez hasta que hay tostadas para todos.

Ahora hay que prepararlas. Mamá le da a Tina un cuchillo especial que no corta para que unte la mantequilla y papá y Leo añaden la mermelada. Leo mete los dedos en el bote. ¡Qué rica está! Y le da a Tina para que también pruebe.

       - Tenéis toda la cara llena de mermelada!, dice mamá.
       - Son unas manchas muy ricas, dice Tina, que se está chupando los dedos.
       - Vamos, limpiaos la cara y vamos a desayunar.

Pero en lugar de hacer caso a mamá, Tina y Leo siguen jugando con la mermelada. De repente, Leo le da un codazo al bote y éste cae. “¡Todo el suelo está lleno de mermelada!”, mamá y papá no parecen muy contentos. “Tendremos que limpiarlo”.

Atila, el perro, aparece entonces por la puerta y empieza a dar grandes lametazos a la mermelada.

       - Atila está limpiando el suelo, dice Tina.
       - De buena os habéis librado, se ríe mamá. De todas maneras, espero que tengáis más cuidado y no juguéis de esa manera con la comida. Y ahora, todos a desayunar!

Ilustración: Ana del Arenal

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